Texto: Cruz de Guía - Úbeda
El 13 de septiembre amanecía con el anuncio de la “Misa de Romeros” que, a las 6’30 horas, se celebraba en la iglesia de la Santísima Trinidad, a los pies de Nuestra Señora de Guadalupe. Era el penúltimo acto de los programados por la Real Archicofradía, antes de que la patrona partiese de la ciudad y fueron muchos los ubetenses que asistieron a esa celebración.
El último acto tenía lugar tras esa misa, en el “Molino de Lázaro”, donde el presidente de la Agrupación Arciprestal y de la Unión de Cofradías, el devoto guadalupano Felipe Torres Villalba, despedía oficialmente a la Virgen tras su estival estancia en Úbeda.
Torres realizó una despedida dentro de los cánones, en la que la tristeza y la esperanza se mezclaron, ante la marcha de la patrona. Un silencio inusual se hizo mientras Felipe Torres hablaba de la rapidez con la que ha llegado la marcha de la Virgen. De manera enigmática, casi en clave, se refirió a las veces que se postró ante ella para pedirle consejo y ayuda, “en aquellos días de junio”, que desembocaron en su aceptación del cargo de presidente de la Unión de Cofradías de Semana Santa. Se acordó de los jóvenes, que son el futuro y que necesitan el apoyo de la Virgen, de sus compañeros de la Guardia Civil, que velan por la seguridad del Gavellar y por el bienestar de nuestra sociedad y pidió a María de Guadalupe que ayudase a todos los que a ella acuden, igual que lo hace con quienes jamás se dirigen a ella porque todos ellos, devotos o no, son sus hijos. En sus palabras de despedida Torres se acordó de su madre de la tierra, quien le inculcó la devoción por “la Chiquitilla”, a la vez que animó a los ubetenses a acudir al santuario durante todo el invierno.
La despedida terminaba con una oración, escrita por el propio Torres Villalba, en la que nombraba a todas y cada una de las advocaciones marianas de las cofradías de la Semana Santa ubetense, dejando claro que para muchos ubetenses todas esas advocaciones quedan recogidas en la menuda figura de María de Guadalupe como patrona de la ciudad.
Tras la despedida comenzó el camino hacia el Santuario del Gavellar. El coro “Romeros de Santiago” intervino en la misa que se celebró al llegar a la aldea de Santa Eulalia. La Virgen estuvo muy bien acompañada, en una jornada climatológicamente muy agradable. Al llegar a su morada invernal, los romeros asistieron a una misa. Con anterioridad se descubrió una placa, a los pies de la torre del campanario de la ermita, en reconocimiento a Manuel Moreno Méndez, que presidió durante 19 años la Real Archicofradía y que trabajó, denodadamente, por extender entre los ubetenses el amor por la patrona. Familiares, amigos y muchos ubetenses estuvieron presentes en tan entrañable momento.
Casi se acaba el verano y nos metemos de lleno en la otoñal Feria de San Miguel. La marcha de la Virgen y el fin de esa feria introducen a Úbeda en un invierno que será el que marque el inicio del curso cofrade. Cada año, desde hace cientos, la ciudad vuelve a sus rutinas cuando María de Guadalupe se queda en su santuario… y la vida sigue.
Fotografía: Eugenio Santa Bárbara. |
Fotografía: Eugenio Santa Bárbara. |
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