Desde la ventana de mi ciudad

lunes, 3 de febrero de 2014

Fallece Marcelo Góngora Ramos

A la edad de 73 años, fallecía anoche uno de los artistas más completos que ha dado Úbeda. La Ciudad entera llora hoy su muerte.

Góngora nació en Úbeda en 1940 y tras cursar sus estudios en la Escuela de Artes Aplicadas y Oficios Artísticos de la localidad se dedicó de lleno a la pintura y escultura, facetas del arte por las que tuvo una mayor atracción y facilidad de expresión. Fue discípulo y colaborador del insigne Francisco Palma Burgos y realizó una obra de amplia trayectoria en distintos apartados artísticos como la pintura, caracterizada como 'realismo mágico'; la escultura, de tendencia hiperrealista; e incluso la Semana Santa de nuestra ciudad tiene el privilegio de contar con una obra suya. Se trata del grupo escultórico del Descendimiento de Cristo, realizado para la Cofradía de Nuestra Señora de las Angustias.

Sus exposiciones siempre contaron con el respaldo del público. En Úbeda será recordada la retrospectiva que protagonizó en el Hospital de Santiago a finales del año 2008 y que al año siguiente viajó a Jaén. La muestra era muy esperada, pues llevaba catorce años sin exponer en la ciudad que le vio nacer. Y la respuesta fue apabullante, hasta tal punto que en el primer fin de semana superó el millar de visitas, algo inusual en la localidad.

Como hombre polifacético, se pueden decir muchas cosas. Quienes lo conocieron lo reconocen como un enorme artista, a pesar de lo cual siempre fue un hombre sencillo y muy modesto, que jamás renunció a sus raíces, a sus orígenes ubetenses, por disfrutar de una posición más cómoda en la vida. Hacía lo que le gustaba en la ciudad que lo vio nacer, que era donde quería vivir. Seguramente Marcelo era de los pocos hombres del Renacimiento que quedaban ya en nuestra ciudad. Activo e inquieto, no conforme con cultivar el arte de la pintura y la escultura con una naturalidad y un dominio pasmosos, dedicaba el tiempo que le quedaba libre a cantar, con su grupo, las típicas canciones melódicas de su juventud. Nunca lo hizo en plan profesional, sino como entretenimiento, pero eran muchos los ubetenses que esperaban, en el inicio del otoño, los prolegómenos de la Feria de San Miguel, para poder escuchar su voz grave en el auditorio del Hospital de Santiago.

Se ha marchado un grande, en lo artístico y en lo personal, un maestro, un referente para su generación y las sucesivas, pero sobre todo se nos ha ido una gran persona, que es seguro que goza ya en presencia de su Cristo del Descendimiento. D.E.P.

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