El domingo, día 3 de marzo, Fernando Gámez de la Blanca pronunciaba la Exhortación de la Semana Santa de Úbeda. En principio Fernando mostró sus reticencias para aceptar el encargo. Estaba convencido de que un solo pregón, el oficial, era el que debía servir para anunciar la llegada de nuestra Semana Santa y no era partidario de esta “abundancia” de pregones. El hermano mayor de la hermandad del Prendimiento logró convencerlo con el poderoso argumento de que la Exhortación es un acto de formación para los hermanos y Fernando, maestro de profesión, no pudo resistirse cuando le encomendaron la tarea de formar a los asistentes. A fin de cuentas es lo que ha hecho durante toda su vida.
Tras una presentación “sencilla, cariñosa y acertada de mi persona, que ha llegado a emocionarme” (dice Fernando Gámez), realizada por el cofrade Juan de La Cruz Pérez Resa, comenzaba la Exhortación de 2013 creando un marco de silencio para hacer presente a Dios “que está en lo escondido”, adentrando a los presentes en el templo de María Auxiliadora, en una tarde solitaria, para ponerlos en situación.
En esa visita la primera mirada tenía que ser para el sagrario, “somos una hermandad Sacramental” dijo, y en ella reivindicó la importancia de alimentarse del cuerpo y de la sangre de Jesús, insistiendo en la importancia que su adoración merece y en lo trascendental del Sacramento del Perdón para acercarse a Él.
En esa hipotética visita continuó con una mirada a la imagen de Don Bosco, vestido de Sacerdote y rodeado de niños que, con rostro alegre y seguro, señala con su mano al colegio salesiano, a Úbeda, al barrio, a la ciudad y al país donde sus hijos trabajan. Luego invitó a contemplar a San Juan, al que definió como “el evangelista del amor, el niño mimado de Jesús, el privilegiado del colegio apostólico”, realizando un extenso y original panegírico de un Dios que es, ante todo, AMOR.
Continuó con la contemplación de la imagen de María Santísima del Auxilio, “nuestra Auxiliadora, desde que conectamos con los salesianos”, a la que piropeó, celebrando su bello rostro, no carente de dolor, de un dolor resignado, aceptado y sereno, sin alaridos, ni gritos, ni quejas… y a la que mostró su deseo de ver pronto procesionar, en la noche del Miércoles Santo. Concluyó la contemplación de la Virgen con una oración, compuesta para Ella, por el que fuera director del colegio, don José Manuel Pozas Murcia.
Continuó su periplo mirando fijamente a Cristo en su Prendimiento, cuya imagen fue describiendo de manera pormenorizada y comentando la traición de Judas Iscariote, esa traición que duele más porque viene de alguien íntimo, de confianza, como nos duelen “las traiciones, los desprecios, las puñaladas sin cuchillo, de los amigos, familiares y seres allegados más queridos”.
Terminadas todas esas contemplaciones, Fernando quiso dejar muy claro que las imágenes tienen que acercarnos a Dios, a la Virgen y a los Santos, pero que igualmente ha de acercarnos a esas otras imágenes que también son de Dios: a los seres que nos rodean, a nuestros hermanos, a nuestra familia, a nuestros amigos, a nuestros conocidos, “porque todos ellos son imágenes vivientes de Cristo”.
Sin ninguna duda, la Exhortación de este año estuvo impregnada del espíritu salesiano que Fernando lleva a flor de piel, pero también en lo más hondo de su ser porque como salesiano vive y como salesiano se ha manifestado a lo largo de su vida. Igualmente ha supuesto toda una lección de fe profunda, una catequesis íntima que, como dijo el hermano mayor de la cofradía, Antonio Carlos Resa, tenía una finalidad formativa y evidentemente, viniendo de un maestro, en el más estricto sentido del término, así ha sido.
Juan de la Cruz Pérez Resa, presentador del Exhortador. ( Foto: Luis Cobo Soto ). |
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