Texto y fotografías: Alberto Román Vilchez.
Úbeda Ideal.es
Muñoz Molina, aclamado y vitoreado a su entrada al salón de actos del Instituto San Juan de la Cruz. ROMÁN. |
Casi cuatro décadas después de abandonar sus aulas como un alumno más que encaminaba sus pasos hacia la universidad, Antonio Muñoz Molina volvió a recorrer los pasillos del instituto San Juan de la Cruz de Úbeda. Y no lo hizo como el escritor de éxito y prestigioso académico que es hoy, que también, sino como el antiguo alumno agradecido por la formación recibida, base sobre la que se asentó todo lo que posteriormente fue logrando a nivel personal y profesional.
Por eso, porque «un instituto es donde una persona se hace ciudadano», tal y como aseguró el ubetense, no dudó en aceptar la invitación que le hizo la dirección del centro en un año en el que se está conmemorando el 50 aniversario de su inauguración. Y como parte de los actos que se vienen desarrollando durante todo el curso, mantuvo un encuentro con el alumnado actual, ante el cual se sentó sin poder evitar mirar con los ojos de otro tiempo.
Quizá Muñoz Molina no se haya visto en otra. Y no tanto por tener ante sí un salón de actos abarrotado, que los habrá contemplado por decenas, sino por verse recibido entre aplausos, jaleos y ovaciones, en un ambiente desenfadado propio de un centro educativo en el que acaban de cortar las clases rutinarias para asistir a un acto especial. Era como si todo el patio de butacas estuviera pensando: «este es uno de los nuestros». Y tras las presentaciones de rigor, el antiguo alumno más ilustre del instituto habló de sus años de estudio, de sus profesores, de la importancia de la educación y de saber aprovecharla, todo ello de una forma muy cercana.
Tal y como aseguró en unas declaraciones previas, su objetivo en esta visita, y más en una época como la actual, era hablar del valor y de la relevancia que un sitio como el San Juan de la Cruz ha tenido y tiene que tener en una sociedad. «Que se abriera un instituto de enseñanza media en Úbeda, que se rompiera el monopolio eclesiástico en la educación secundaria en una ciudad como esta, que hubiera profesores de primera categoría, catedráticos y agregados de instituto... eso fue un cambio social y cultural de una importancia radical», manifestó.
Y más allá de lo anecdótico que haya podido resultar que antiguos alumnos, hoy convertidos en personas conocidas o relevantes por alguna razón, hayan estado visitando el instituto dentro de los actos de este 50 aniversario, el escritor ubetense dijo que lo destacable son las generaciones que se han educado en el centro y que «gracias a la instrucción pública que hemos recibido aquí, esas personas hemos podido contribuir con nuestras mejores capacidades a la sociedad». Algo que, según opinó, debe subrayarse «en una época en la que la educación pública está siendo descabezada y en la cual los servicios públicos están siendo sacrificados en nombre de una supuesta racionalidad económica».
Con ello aseguró que esta visita tenía un valor sentimental «gigantesco» pero, sobre todo, llevaba implícito un mensaje de reivindicación política: «tenemos que reivindicar la educación pública, igual que la sanidad pública, igual que el imperio de la ley; no podemos permitir que con algún pretexto se devalúen y nos abandonen, porque si no hay educación pública no hay desarrollo, no hay igualdad ni hay nada».
Fue contundente en su defensa de la educación pública, dejando entrever que el problema viene de largo. Al respecto consideró que «una de las razones de la grave situación en la que se encuentra España ahora mismo es que se abandonó el desarrollo verdadero a través de la educación y el conocimiento y se eligió el camino del pelotazo, de la burbuja inmobiliaria y todo eso. Y además se desprestigió completamente la enseñanza y, más concretamente, la enseñanza pública».
¿Qué le debe el Muñoz Molina de hoy al instituto de entonces? «Muchísimo, porque un instituto es donde una persona se hace ciudadano. Se empieza en la escuela, que es importantísima, y se puede ir o no a la universidad, donde se adquieren conocimientos especializados. Pero lo que lo hace a uno ciudadano es el instituto».
¿Y qué le debe a sus profesores? «Un buen profesor cambia la vida de una persona. Por eso es tan indignante que ese oficio no reciba el homenaje o la consideración que merece. Una vida, gracias a un profesor, a un aula o a un instituto, puede ser de una u otra manera. La educación salva vidas de gente».
Previamente a su encuentro con los alumnos, Antonio Muñoz Molina descubrió una placa con la cual se ha dado su nombre a la biblioteca del San Juan de la Cruz. Y lo hizo encantado, plenamente satisfecho. «Para mi, no hay honor más grande que una biblioteca tenga mi nombre, sinceramente. Y además una biblioteca modesta, de instituto. No conozco una alegría mayor», aseveró.
No hay comentarios:
Publicar un comentario